Ojeras, bolsas bajo el párpado, patas de gallo, ceño fruncido: las mascarillas convierten los ojos y su entorno en el epicentro del rostro. Es posible tener una mirada limpia y sin bolsas con los últimos tratamientos.
El cambio de vida de un día para otra, la incertidumbre, el estrés, el estado de alarma contínuo y, sobre todo, las mascarillas provocan una mirada apagada, de cansancio, y falta de oxígeno al salir menos y tomar poco aire puro. Se imponen ayuditas extras y profesionales.