Eternal Blossom, además de alimentar la piel, ayuda a liberar impurezas aportando equilibrio. Sin duda, la clave está en la pureza con que ha sido concebido. No es un tratamiento facial al uso, aunque ha simple vista lo parece. Este sérum de culto trasciende la barrera de la piel para sumergirse en la cosmética emocional.
Con las emociones hemos topado y no es la primera vez, ya que muchos problemas de la piel tienen un origen emocional. “El origen de todo“, según la naturópata, “radica en que la piel tiene un lenguaje propio y, para darle lo que necesita, es fundamental escucharla”. Desde una perspectiva holística, la naturópata Gisella Gil, creadora del concepto de cosmética emocional en 2016 y de la firma The Emotions Lab, explica que su sueño es “dar un giro total a todos los conceptos que teníamos anteriormente de la cosmética”, dice Gisella. “Toda afección cutánea lleva consigo un conflicto interno que, normalmente, comienza con una comparación“.
Su método patentado combina cosmética natural, aromaterapia y el cuidado emocional mediante las esencias florales del Dr. Bach.