Pintarse los labios de rojo da más subidón que la cafeína. Pruébalo.
Hay un gesto de maquillaje prácticamente universal (y las que no forman parte de esta cosmogonía es porque aún no se han atrevido) que reúne culturas, estilos de vida e ideologías: pintarse los labios de rojo.
De eficacia científicamente demostrada (guiño-guiño) contra la cara de acelga y la pochez del estado de ánimo, el rojo ilumina la piel mustia, define y sublima la forma de la boca como ningún otro color y se asocia con una feminidad clásica que no admite negociaciones.
Además, y como nos cuenta para nuestro gozo el maquillador brasileño afincado en España Kley Kafe, “favorece a todas”. Es un tono que da tanto empaque al look que “dependiendo de la ocasión, puedes estar bien vestida sólo con eso” (si tienes dudas al respecto, chequea a las francesas y su ganador estilo: básicos, pelo peinado con los dedos, piel desnuda y labios de un rojo muy subido).