Después de dos meses de morena con canas más o menos incipientes, ya no sabía si dejarme las canas porque parecía que estaba en transición. Incluso me había llegado a acostumbrar. Pero mi cita en The Lab Room con Cedric, mi peluquero en este proceso de recuperar mi color castaño cobrizo de toda la vida, me devolvió al objetivo que nos habíamos propuesto en diciembre, volver a tener el pelo castaño. Ni rubio, ni moreno, el verdadero mood es bronde.
Un moreno nada claro sino todo lo contrario, en contraste, más contraste que nunca, con esas canas bastante resplandecientes que nunca me había dejado tan al aire. Pero eran exigencias del guión, siguiendo la recomendación del profesional del salón. Paciencia y prudencia, no se puede pasar de morena con canas a un tono castaño claro ipsofacto.
Había llegado la pesadilla bicolor, en blanco y negro, a mi melena. Una pesadilla común a todos los peluqueros del mundo: tener que aclarar un pelo negro con decoloración para que pase a rubio, castaño claro o castaño caoba. Porque siempre existe el riesgo de pérdida capilar durante el inevitable proceso de oxidación. Sobre todo cuando es un negro fragilizado por un tinte anterior que ha dejado el cabello más poroso de la cuenta. Sin duda, mi caso.
El error con el tinte vegano y casero Happy Anne que probé y os conté bastante indignada sigue trayendo cola, de caballo, todavía. Sí, la historia interminable continúa…