A veces dan ganas de recuperar esa costumbre, tradición, “pequeña gracia” infantil, de coger algo interesante y descomponerlo hasta la menor partícula, diseccionarlo a fondo para que nos muestre su verdadera naturaleza.
Si cogemos un tarrito de Galénic por fuera, sabemos que es una marca de belleza selectiva, inspirada en valores esenciales e intemporales: belleza, feminidad, naturalidad y generosidad. Si sacamos nuestro bisturí de expertas en cosmética, sale algo como:
G: de Galénica y Generosidad
A: de Alquimia y Autenticidad
L: de Libertad y Luminosidad
E: de Excelencia y Estilo
N: de Naturalidad y (re)Nacimiento
I: de Intemporalidad e Intensidad
C: de Confianza y “Charme”.
Pero sigamos observándola capa por capa. Galénic nació en 1978 de la intuición de un visionario apasionado, el señor Pierre Fabre, quien ha sabido asociar tradiciones naturales, ética y rigor científico para crear una gama de cuidados que aúna belleza, elegancia y feminidad.
Es una de las marca de excelencia natural en farmacia, revelada hoy bajo un nuevo rostro, más audaz, atemporal, refinado y femenino. Se me ocurre otra Darphin, aunque su filosofía es también natural sus precios pueden resultar algo extremos para tiempos de crisis.
Galénic estrena logo, recupera la tilde y redondea sus formas, pero permanece fiel a sus texturas polisensoriales, contenidos naturales y a sus modelos de belleza no intimidante. Son los nuevos códigos del lujo natural en farmacias.