Encontrar un ‘buen’ desodorante puede convertirse en la búsqueda del Arca Perdida.
Tenemos que reconocerlo: desde que nos hemos puesto las gafas de leer letra pequeña y sabemos separar el aluminio de la paja, comprar un artículo de aseo personal sencillito como un desodorante se ha vuelto tan complicado como una clase de biología avanzada.
En los lineales de los supermercados se amontan pequeños botecitos de colores pastel que prometen el oro y el moro en cuestiones de desodorización durante horas y horas, pero ¡ah! cuando una pone en práctica lo aprendido en los medios especializados y entiende lo que realmente llevan, es cuando le entran los sudores fríos (y probablemente cargados de malolientes hormonas de estrés). La información es clave, pero también interpretar adecuadamente, identificar a nuestros ‘enemigos’ y saber dónde comprar (la farmacia siempre te dará un punto de partida más atinado). Te damos algunas claves para elegir un desodorante saludable sin que venga acompañado de un dolor de cabeza.