Hace unos días te hablamos de un último estudio sobre las sales de aluminio en los desodorantes y sus consecuencias sobre la salud. Como consumidores parece que vivamos permanentemente bajo la espada de Damocles; son muchos los productos químicos que nos aplicamos a diario, minúscula la letra del etiquetado y demasiado farragoso descifrarlo, al menos para el común de los mortales. Que, en estas cuestiones de higiene y salud, deberíamos ser todos, ¿o acaso es necesario un doctorado en Bioquímica para comprar un desodorante?
Queremos alternativas libres de sospecha, sencillas de entender y, por favor, fáciles de encontrar, que no haya que ir al km 4.927 del Himalaya a por desodorantes sin sales de aluminio (ni parabenos, ya de paso). Te mostramos unos cuantos ejemplos que no huelen a gato encerrado.