
Es posible que ya te hayas dado cuenta, pero correr cuesta, y se ha de conseguir sudando.
¿Has probado alguna vez a hacerlo? En exterior, ¿eh?, que en cinta es otra cosa –no otra cosa menos cool, sino menos coherente porque la que corre es la cinta y tu cuerpo no realiza adaptación biomecánica alguna-.
El primer día, quieres morir. Te cuestionas la actividad y a ti misma, te preguntas porqué te sometes a ese castigo y aguantas algo como 10 heróicos minutos seguidos antes de desfondarte por completo. Pero hay algo que te ha gustado. Temes descubrirte un cierto grado de masoquismo. Pero no, se trata de una indefinible sensación de poderío. Repites otro día. Y otro, otro y otro. Al mes, la actividad te ha enganchado por completo. Ya te has comprado las zapatillas adecuadas, tras indagar en foros. Te has hecho la reina de algunas buenas rutas urbanas y te saludas con algunos compis en el parque. Te sientes partícipe de algo grande cada vez que corres y, sobre todo, te encanta la sensación que te produce hacerlo. Porque pocas actividades son tan exigentes a cambio de una gratificación aún mayor.
El experto Javier Serrano, colaborador en la revista Runners y en marca.com, acaba de desvelar los secretos del perfecto runner en el libro “El manual del buen corredor”.
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