Año nuevo es sinónimo de nuevos propósitos y buenas intenciones. ¿Y quien es la estrella de los malos hábitos a dejar atrás? ¡Pues quien va a ser, el tabaco! El día 31 de diciembre muchos dejarán de fumar para empezar a vapear, abandonarán el pitillo de toda la vida por el cigarrillo electrónico para, no hacer otra cosa, que engañarse a sí mismos.
La polémica está servida y los e-cigarrillos ya se sitúan en el punto de mira de las autoridades sanitarias. Aunque no son nuevos, la ley antitabaco los ha popularizado y ha hecho que su venta florezca como setas en otoño. ¿El secreto de su éxito?, que están al margen de la legislación, nada los regula.
Los cigarrillos electrónicos constan de dos cartuchos, uno que contiene propilenglicol y otro con el sabor que es donde se incluye la nicotina. El propilenglicol es un compuesto que se incluye en mucho preparados farmacéuticos como los inhaladores, que produce calor sin necesidad de quemar y que es el que emite el vapor -también es el responsable de ese humo de efecto tan molón en conciertos y discotecas-. No es cancerígeno, pero diversos estudios ya hablan de que puede tener algunos efectos tóxicos y puede producir irritación de la garganta o de las vías respiratorias, e incluso tener efectos indeseables e inmediatos sobre la función pulmonar, no se sabe a largo plazo. Seguir leyendo…