Nunca me había hecho nada en los glúteos (también conocidos como ‘culo’), y creo que ha nacido una ‘adicta’ a esta clase de tratamiento.
El conjunto ‘glúteos-piernas’ tiende a ser conflictivo cuando se posee un segundo cromosoma X. Como han demostrado diversos estudios y se puede percibir empíricamente desde los 12 años, los estrógenos son los causantes de que las mujeres acumulemos grasa en las cartucheras, las caderas y los muslos antes que en otras zonas.
Este inteligente -y muy primitivo- sistema de acopio lipídico consigue que tengamos una nutrida reserva en momentos de necesidad, como una hambruna o una lactancia. Si bien la mujer moderna, con su nevera llena de alimentos ortoréxicos y su suscripción mensual al gimnasio, puede llegar a abominar de esta casuística. Y no seré yo quien juzgue a esta desconocida coetánea… Más que nada porque podría ser yo misma.
Estos días tan calurosos y apropiados para enseñar muslamen, me he desvirgado en tratamientos corporales con un tratamiento para el culo y las piernas basado en distintas técnicas, tanto manuales como de aparatología. El resultado me tiene tan fascinada y enganchada que me he vuelto adicta, y eso que no se puede considerar precisamente ‘agradable’.
Procedo a contártelo todo, todito.