La historia del perfume es casi tan antigua como la historia de la humanidad, desde tiempos remotos el hecho de perfumarse forma parte del acto de embellecerse. Las civilizaciones más antiguas ya utilizaban el perfume obtenido por medio del humo del incienso, la mirra, resinas y maderas con olores agradables, para ofrecerlas a sus dioses. Existen escritos de las civilizaciones de Mesopotamia en los que se han encontrado muchas recetas para la elaboración de ungüentos y perfumes. En el antiguo Egipto, se desarrolló una de las industrias cosméticas y perfumistas más importantes de la antigüedad. Griegos, fenicios, romanos…
En el Renacimiento, Venecia y Florencia fueron las capitales de los perfumes, se recuperaron las fórmulas de las antiguas composiciones. Pero los orígenes de nuestra perfumería hay que buscarlo en Francia, donde se instalaron pequeños laboratorios de perfumistas que elaboraban y vendía preparados aromáticos para su clientela, perfumes a medida, por supuesto gente noble y adinerada aunque poco a poco su consumo se va extendiendo. Unos perfumes que, por cierto, tapaban o disimulaban –no sabemos si con éxito- la falta de higiene reinante en la época.
En los felices años 20 del siglo XX, la perfumería pasa de la fabricación artesanal a la era industrial. Los perfumes adquieren marca propia y se presentan en un frasco-joya. Después llegaron perfumes que han marcado un hito histórico, como Chanel Nº 5, Arpège obra de la casa Lanvin, Miss Dior… Muchos de ellos han sobrevivido al paso de los años y han acompañado a muchas mujeres y hombres durante toda su vida y otros se renuevan, revisan su aroma, su vestido… Entre las novedades de perfumes históricos que renuenvan su imagen están: Shalimar de Guerlain y Aromatics Elixir de Clinique. Seguir leyendo…