Odio ir a la peluquería. Hay quienes dicen que les relaja. Pues, a mí, todo lo contrario. Lo llevo fatal. Me resulta tremendamente tedioso. Y, además, obsesionada como estoy desde los 14 años en ser rubia platino, no os puedo ni explicar lo que me pica la cabeza con los dichosos tintes. Lo peor de todo es que son muy agresivos y me estoy quedando medio calva. Pero, no, no puedo renunciar a ser rubia. Soy rubia. Me siento rubia. Pero, a este paso, voy a acabar llevando peluca.
Una tortura total…
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