En invierno nuestros labios sufren mucho más. El frío y el viento hacen que se resequen. ¿Qué tal unas pautas para cuidarlos y que los sientas cómodos y estén bonitos?
La piel de los labios es muy fina y, por ello se aprecian los vasos sanguíneos. En los labios no hay melanina, por lo que están expuestos a los rayos del Sol. Tampoco poseen glándulas sebáceas ni sudoríparas, lo que hace que no estén protegidos por el manto hidrolipídico de la piel que cubre todo el cuerpo.
Claro, con todas estas características es muy fácil que se resequen, se agrieten e incluso aparezcan unas pielecillas que escuecen si se te ocurre arrancártelas.