M·A·C vaticina una temporada arty y a todo color con un código clave: la libertad.
Libertad es un concepto ambicioso. Sobre todo, si lo aplicamos al maquillaje. Sin embargo, la misión no es nueva para M·A·C, firma conocida por su proverbial rotura de lanzas en cuestiones de género y aspecto físico. Este año, dan un paso más en su andadura y responden sin vacilar qué significa libertad en términos de cosmética decorativa.
Libertad, reivindica M·A·C, es libertad de expresión. Libertad de decisión. Libertad normativa. Libertad de ser uno mismo. Libertad de espíritu.
Con estas apetecibles premisas, se ponen el mundo por montera y plantan cara a ideas predefinidas sobre la belleza, como la obsesión por ser sexy, sofisticada o elegante, apostando por una cualidad mucho más interesante: cómo te hace sentir el maquillaje que te pones. Creatividad al servicio de la actitud, al servicio de dar un significado a la técnica de aplicación del colorido para que cada quien se conecte emocionalmente con ‘el pote’.
En otras palabras: M·A·C lo ha vuelto a hacer.
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