Todas las mujeres que conozco arrugan la nariz cuando se les habla de celulitis, cremas anticelulíticas y automasajes. Las dudas sobre su eficacia son más que razonables; por un lado hay quien espera ver a la Virgen sin añadir dieta y ejercicio y, por otro, molesta el bombardeo publicitario que las presenta como la panacea cuando su perímetro de acción normalmente es más bien humilde –mejoran un poco la textura de la piel pero la celulitis sigue ahí, inasequible a la cafeína y al fucus vesiculosus-.
Las fórmulas anticelulíticas no hacen milagros ni son, en la inmensa mayoría de los casos, definitivas, pero sí es cierto que podemos exprimirlas un poquito más poniendo manos a la obra. ¿Cómo? Con masaje. Masaje, masaje, masaje. Del que duele, sí, del que moviliza los tejidos grasos, activa la circulación y facilita el drenaje de líquidos. El primer error con la anticelulítica es aplicarla en plan distraído como si fuera una hidratante. La fama cuesta, corazón mío, y si quieres mejorar el aspecto de tu celulitis vas a tener que emplearte a fondo. Te enseñamos unos cuantos accesorios de masaje para que alcances tan noble empeño sin salir de tu cuarto de baño.
Seguir leyendo…