
Nunca olvidaré la cara que puso mi hijo, entonces de dos años, cuando le di a probar su primer bombón. Se le abrieron los ojazos, en los que vi fuegos artificiales, se le iluminó la piel, se le rellenaron –aún más- los moflis, las comisuras de sus labios rebosaron néctar y ambrosía… Su aún inexperimentado cerebro debía estar mandando desaforadas ondas de placer a todo su cuerpo, algo como “Dios mío, esto no es puré de zanahoria, patata y pollo”. Pocas cosas hay más satisfactorias que llenarse la boca de chocolate y expandirlo hasta el último rincón, dejar que se derrita en la lengua, saborear los distintos matices del sabor y aprehender la deliciosa grasa del cacao –y sus múltiples propiedades, que ya sabéis, una oncita de chocolate negro tiene probados beneficios y las autoridades sanitarias nos animan a tomarla…-
He conocido gente a la que no le gusta el chocolate. Son raros, llevan vidas sospechosas, pero existen. Están entre nosotros. Podría ser cualquiera de tus amigos. Podrías ser, incluso, tú. Te compadezco si es el caso y ruego por la salvación de tu alma impía. ¡Aaaah!
“Con cariño y un poco de chocolate”, como decía el novio bienpensante del anuncio de tampones aquel que tanta rabia nos daba en pleno furor menstrual, se llega a todas partes, y además de muy buen humor.
Como el buen rollo que se respiraba ayer en Mi Calle de Nueva York con motivo de la presentación de la nueva colección de bombones de Delaviuda, señera marca de dulces navideños que cada año pone el broche a nuestras fiestas o a nuestros momentos de disfrute en cualquier época del año.

Bombones Choc & Fruit, mezcla de fruta y chocolate. Cortesía de Delaviuda.
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