La violencia machista se convierte en una buena causa y nuevo modelo de marketing. La polémica de los ángeles de Victoria’s Secret, el calendario Pirelli y la Junta de Andalucía en el punto de mira.
La violencia de género se empieza a usar como argumento de ventas para ablandar el bolsillo del consumidor o rascar votos al ciudadano. Del mismo modo que se hace con el cáncer de mama, la protección de los océanos o el apoyo a comunidades indígenas desfavorecidas.
Y todo empezó con el movimiento #metoo, prendió como un incendio de verano y no hay quien lo apague ya. La repulsa social por la violencia de género se ha extendido por campañas políticas y publicitarias que apuestan por un cambio de modelos de mujer. La imagen femenina empieza una reconversión con más sentido y sensibilidad; y menos traumática para todas y todos.
Más que un hashtag, #metoo encierra todo una declaración de valores por parte de las mujeres, porque no es fácil denunciar tras un abuso sexual o una violación. Esa valentía ha generado un efecto dominó que nos favorece a todos en esta carrera hacia la igualdad.
¡Viva la re-evolución!