La nutricosmética supuso en su día un avance revolucionario. Cada vez más sofisticada, ofrece principios activos de última generación para embellecer ‘por dentro’.
La nutricosmética llega donde la alimentación se queda corta. Así de sencillo. Se trata de un aporte extra de vitaminas, minerales, ácidos grasos, colágeno, etc., en forma de cápsulas, ampollas, píldoras… cualquier formato susceptible de ser tragado de manera convencional.
¿Vale la pena? -la pena es el desembolso económico. El resto consiste en integrar la toma de ‘pastis’ en la rutina-. Bajo mi punto de vista, sí. La nutricosmética solar, por ejemplo, se nota mucho. Ayuda a mantener el bronceado y hace que te quemes menos; por supuesto, sin sustituir ni un cm cúbico de crema fotoprotectora.
He probado otros productos ‘bebestibles’, como el colágeno, y me ha ‘parecido’ (nótese la incertidumbre) que hacía algo, pero no sabría decir dónde empieza la esperanza y dónde la realidad. Aun así, y sin más herramientas de análisis que la propia percepción, es de suponer que la absorción sistémica cumplirá su función y no será lo mismo beber agua del grifo que una botellita de colágeno. O que tomar cápsulas de ácidos grasos omega 3 para ‘engrasar’ las funciones cognitivas, antioxidantes para combatir los radicales libres, cúrcuma para proteger las articulaciones y desinflamar, vitamina D para ayudar a fijar el calcio en los crudos meses de invierno, o zinc para frenar la caída capilar. La elección de buenos productos y la constancia son la clave, así como la razonable pauta por un especialista. Veamos qué hay de nuevo en el mundillo de la nutricosmética.