Aprende a subir el volumen del pelo fino, por muy fino que sea.
Que sí, que hay que relativizar. Que hay que planear por encima del bien y del mal. Que tener el pelo fino no es precisamente una casuística que pueda conducir a nadie al diván de un psicoanalista, a una casa de empeños, a los brazos de un ex o, en suma, a un abismo interno de zozobra y desesperación. Ahora: encocora. Para qué negarlo. Que tengamos problemas mayores no ayuda a engrosar la naturaleza de nuestro cabello.
Una quiere tener la masa capilar leonina que piensa que se acompasa a su carácter indómito y asilvestrado, un altísimo volumen acorde a la elevada catadura personal. Amarrarse una coleta gruesa como cuerda de barco. Que el pelo alcance largos insólitos sin quebrarse por el camino. Ya me entiendes, sufrida compañera de penurias, que ni la desinteresada solidaridad que derrochas en las múltiples ONG con las que colaboras consigue aplacar este fuego interno que hace tambalearse un poquitín tu sensato orden de prioridades y te lleva a desear fuerte un cabello más grueso.
Soluciones radicales, como tal, no estoy segura de que haya. Alianzas, sí. Colaboraciones en forma de hábito perseverante con la propia naturaleza para que responda y no se ponga más finolis y tontorrona. Vamos a ver unas cuantas.
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