Se abre el telón y sale una mujer -que no está en una pelu- portando unas tijeras del pescado. ¿Cómo se llama este gran éxito de la desescalada?
‘Titanic’, querida compañera de desescalada -y de peregrinaje a la pelu-. Se llama ‘Titanic’. ¿Qué mejor que una gran tragedia en un viaje inaugural para denominar los experimentos con el propio pelo que se han llevado a cabo durante el confinamiento?
Que si me afloran las canas, que si se me desbrozan las capas, que si la mecha se desluce, que si me aburro y me decoloro porque yo lo valgo… La necesidad puede ser mala consejera y conducirnos por oscuros y tortuosos caminos, pero cuando es el tedio quien nos da sus sugerencias al oído, el resultado puede ser de echarse a temblar. Y también de echarse a reír.
Entre unas cosas y otras, hemos vuelto a la pelu como quien vuelve al amor. No éramos pocas quienes bramábamos por que llegara la desescalada para fusionarnos en un emotivo saludo a dos metros de distancia con nuestros estilistas antes que para sentir el calorcillo corporal de los consanguíneos.
La peluquera Diana Daureo nos cuenta los desaguisados más hilarantes (y de arreglo más demandado) que ha visto estos días de desescalada capilar en su sacrosanto espacio -en el que, by the way, ¡yo ya he salido a flote con lo mío! -. ¿Te representa alguno?
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