https://www.youtube.com/watch?v=CRnbtRPC6v4
Entre rulos y boatinés, me ocupo esta semana del tema Sheryl Sandberg, la número 2 de la pulposa telaraña Facebook, quien ha escrito un libro desgranando sus andanzas empresariales. Su currículo me deja estupefacta y admirada. Graduada cum laude en Harvard, es una de las 25 personas más influyentes en Internet según el top de 2011 de la revista Bloomberg Businessweek y una de las 50 mujeres de negocios más poderosas en 2010 según Fortune. 44 años y dos hijos. “Thank heaven for little girls”, pienso mientras doy la vuelta irónicamente la canción de Maurice Chevalier; ocurrente y agudísima como es una –un no parar-.
Continúo leyendo que en Vayamos adelante: las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar (Lean In) no faltan -oh, oh-, mujer tenía que ser, valiosos consejos sobre conciliación labofamiliar, negociación de sueldo (!), bajas de maternidad y demás cuestiones que, aclaro por si acaso, no critico, pero cuya reivindicación ¿a estas alturas?, pincha mi globo satisfactorio y me devuelve a una realidad difícil de digerir. Quizá más todavía en este perfil. Oigo chirridos. Vuelta al trigo de que se puede ser inteligentísima, ambiciosa en el mejor sentido y meritoria del copón, pero ante todo se es mujer, y después mujer en un mundo de hombres, mujer discriminada. Y la incauta que quiera hacer ‘cosas de hombres’ y ‘cosas de mujeres’ va a tener que pelear exactamente eso: el doble.
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