En el nombre de la rosa. Las flores del amor protagonistas, gracias a sus propiedades, de cosméticos y perfumes. Lo primero que aprendíamos en clase de latín era a declinar la palabra rosa ‘rosa, rosa, rosam, rosae, rosae, rosa’ y ya no se olvidaba en la vida.
Es el símbolo de la feminidad y del amor por excelencia, pero de todo tipo de amor. Roja para los enamorados, rosa para agradecer un favor importante, amarillas símbolo de celebración… Pero siempre unidas a sentimientos bonitos, que tanta falta hacen en estos tiempos.
Y la veneración por esta olorosa flor no es nueva, los escritos más antiguos ya hablan de cómo invadía el palacio imperial de Pekín, o en las escrituras sagradas hindúes describen cómo la diosa del amor y de la belleza debe su nacimiento a la rosa. Se cuenta que Cleopatra dormía entre almohadones rellenos de pétalos de rosa y era la flor de la diosa Afrodita, la diosa del amor, en la antigua Grecia. Por no hablar de la cultura árabe, donde es símbolo de pureza y de la sabiduría de Alá, el agua de rosas se utilizaba tanto para la higiene personal como para perfumar la ropa y la casa.
Eso sí, como cantaba Mecano a principios de los 90 – que aunque nos parezca que fue ayer, han pasado ya la friolera de 20 años- una rosa es una rosa, y siempre hay que tener mucho cuidado con las espinas porque pincha. Pero con espinas o sin ellas, no hay duda de que la rosa es la reina de las flores, y sus propiedades y olor exquisito la han hecho protagonista indiscutible de la cosmética y la perfumería. La rosa tiene innumerables propiedades, es hidratante, emoliente, refrescante, relajante, astringente, tiene un alto contenido en vitaminas y antioxidantes… Seguir leyendo…