Ser feliz es un noble propósito de año nuevo. Más que de sonreír cuando no te apetece, habla de saber tomar perspectiva y llevarse bien con uno mismo.
A ser feliz no se aprende bebiendo el café en una taza sonriente, ni tampoco empeñándose en hacer de cada ‘fracaso’ una ‘oportunidad’. ¿A qué llamamos ser feliz?
Pongamos que ser feliz es ‘sencillamente’ ser el mejor compañero de la persona más importante de tu vida: tú mism@. Esto implica tener cierto (mucho) control de las emociones y ser tu mejor consejero y coach. Es factible, pero requiere entrenamiento. Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos Madrid, nos facilita algunas claves para conseguir estas herramientas.
El monólogo (o diálogo) interno que atraviesa nuestra mente configura nuestra voluntad de un modo inimaginable. Lo que nos decimos de nosotros mismos, de nuestras posibilidades, marca la diferencia entre vivir abrumado por las circunstancias o con una actitud proactiva y confiada.
No olvides nunca que a cada acción le precede un pensamiento. Como son precisamente nuestras acciones las que nos definen, cuida tus pensamientos y tus acciones seguirán la senda que te estás trazando.