Teníamos que haberlo previsto cuando empezaron a asomar las barbas. Apenas unos meses después de que se rentabilizaran popularizaran en los medios a la zaga de las tendencias (como éste), damos la bienvenida al lumbersexual (lumber es una palabra inglesa que significa ‘serrería’), el nuevo ‘vuelta y vuelta’ del concepto masculinidad-heterosexual-barbada que se postula como definitivo. Hasta que cambie el viento, y prometo sobre el gargantuesco archivo de The Sartorialist que cambia pronto.
Tanto las cabeceras femeninas y como las masculinas han jadeado sus encantos. Rotundo, viril, contundente, hirsuto, mucho, musculoso, sencillo, humilde, dispuesto a cortar leña a las 6 AM con la fuerza de Sansón –aunque lo que lleve en la mochila sea un MacBook Air en lugar de un hacha desgastada y acuda cada trimestre a su gestoría de confianza-. El heteruzo consciente de sí mismo, celebrándose gozoso a pleno rendimiento… con una codificación visual que ya fuera empleada – con significativas conquistas sexuales y sociales- por la comunidad gay con algunos años de anterioridad.